Las horas de jolgorio nocturno
dan para meditar mucho. Resulta que uno termina haciéndose más o menos inmune a
festival de rock duro que monta el Morrosko cada noche con los benditos cólicos
y esto me permite llevar mi imaginación a los lugares más insospechados.
Por ejemplo, anoche me dio por
acordarme del árbol genealógico completo del que se inventó el horario de
verano… y es que sigue lloviendo sobre mojado señores!!!
Que alguien decida por ti que te
va a robar una hora de sueño, cuando todas y cada una de ellas valen su peso en
oro, me chamusca el higadillo de una forma que soy incapaz de describir.
Así es que me echo al hombro al
pequeñín para que se calme un poquito y con la mano libre, me dedico a buscar en
San Google un poco de autoconsuelo en forma de argumentos científicos que me
resulten convincentes para soportar la que se me avecina este fin de semana.
Lejos de tener éxito, descubro que son más los partidarios de eliminar esta
estupidez mayúscula que los que quieren mantenerla. Los hay incluso que
explican claramente el desmadre horario mundial que existe hoy día y cuya única
justificación (también absurda) es de índole económico. Aquí un ejemplo…
Justo cuando mis orejas empezaban
a echar humo del color más negro posible, descubrí que el rey de la casa
decidió dormirse. Y yo, con un cabreo monumental prolongué mi insomnio un rato
más, divagando sobre qué iba a hacer con las tomas lecheras de esa noche.
La cuestión es más filosófica de
lo que parece. El Morrosko le da a la teta cada 3 horas, pero resulta que, por
una bendita estupidez, a las 2
de la madrugada serán las 3. Pues ahí me tenéis,
bobo perdido elucubrando sobre si el pobre iba a ajustar sus tomas al nuevo
horario de verano.
Padres del mundo, uníos a mí en
una cruzada contra la estupidez humana!
Buen día, padrazos!
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