Últimamente el Morrosko se ha
empeñado en dejarnos en mal lugar. No digo que lo haga voluntariamente, pero es
que ya escuece un poco.
La situación es sencilla de
entender. No hay más que mirar a nuestras caras para darse cuenta de dos
sencillas cuestiones. En primer lugar, que traer al mundo a un bebé es la mayor
alegría que te puedes llevar en la vida. En segundo lugar, que este hecho
supone un ingente esfuerzo físico y mental durante los primeros meses de vida.
Llevamos varias semanas dando
explicaciones de nuestras ojeras a familiares y amigos. Que si dormimos pocas
horas, que si la lactancia es sacrificada y, sobre todo, que si el peke llora a
pulmón partido…
Así que llegó el día del bautizo
y nos presentamos en la misa cagaos de miedo. Tiene tal potencia de voz el nene
cuando llora, que nos vimos obligados a pedirle al cura una escapatoria de la
iglesia, por si arrancaba a cantar la Trabiata en mitad del oficio.
Esto de los bautizos resulta ser
toda una coña marinera. Entre el óleo en la cabeza, el agua fría regada varias
veces… tubo unas 4 o 5 oportunidades para haber empezado a llorar como un
bendito.
No soltó ni lágrima.
Llegados al convite, seguía
dormido. Si no es porque lo despertamos para la toma, yo creo que habría
empezado a roncar.
Y claro, … ya os podéis imaginar
la coña marinera de todos los presentes.
Es un santo!!!!
Sois unos
quejicas!!!!
Mi mujer y yo con la cara
colorada de vergüenza. Eso sí, la ojeras bien marcadas.
Pasamos el día entero tranquilos
y con él durmiendo. Tanto es así, que nos animamos a volver a casa a dormir un
poco, aprovechando la coyuntura. Según cruzamos la puerta, empezó el festival de
Rock. Y fue Rock del duro, para compensar un poco las largas horas de sueño
invertidas durante el día. Me entraron tentaciones de grabarlo en vídeo, con el
ánimo de tener una prueba que presentar ante un jurado familiar que no nos iba
a dar un veredicto de inocencia ni por casualidad.
Buen día, Padrazos!
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