No, no me dedico al mundo de la pasarela ni tengo nada que
ver con todo el pasteleo del papel cuché.
Y no!... tampoco me ha dado por mariposear pensando en lo
mucho que molaría rondar a gachis buenorras de medio mundo a diario (aunque
debo reconocer que es un buen argumento para mi próximo tiempo de sueño
nocturno).
Como siempre, la paternidad trae consigo descubrimientos y
sensaciones inesperadas que van haciendo que tu felicidad y tus
responsabilidades crezcan a diario en igual medida.
Resulta que un “buen” día a mi mujer se le escapó una risa
un tanto peculiar… por definirla de alguna forma, me viene a la mente un
campesino muy (pero que muy, muy, muy…) de pueblo, riéndose a la vez que llama
a una vaca. Acto seguido nos encontramos con la correspondiente réplica del enano.
La anécdota en ese momento resultó muy divertida y sorprendente,
por lo que empezamos a partirnos de risa los tres. Hasta aquí todo bien, salvo
por que al día siguiente salimos a pasear y mientras tomábamos un tranquilo café,
le dio por “pastorear” de todos los que pasaban por allí como quien llama a una
vaca para que vuelva al corral…. tierra trágame.
Visto lo visto, en casa nos toca a partir de ahora ser muy
estrictos. Hasta tal punto nos lo hemos tomado en serio que ni se nos ocurre
poner la tele, no vaya a darle al replicante por decir su primera palabra:
CUÑAOOOO!!!!
Un padre es un modelo para sus hijos. Esta frase tan
rimbombante y manida cobra vida propia el primer día en que tu hijo se ríe
porque se te ha caído un peo. Toca educar desde bien temprano y no hay otra
forma de hacerlo que convertirse en el ejemplo que nuestros peques buscan.
Buen día, Padrazos!
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