Este fin de semana pasado, a la
Amatxo y a mí nos ha dado por ponernos a practicar haciendo galletas. No se
trata de un arrebato goloso cualquiera, ni tampoco es cuestión de que nos
hayamos convertido en Coco, el monstruo de las galletas de Barrio Sésamo. Todo
se reduce a una simple cuestión: queremos practicar para no quedar mal con el
Morrosko el día en que nos entre el antojo navideño y nos dé por encender el
horno.
Os podría mentir y contaros que
somos unos fieras en el arte de hornear, pero es que uno tiene la manía de
llevar un blog en el que cuenta sus intimidades y con mi currículo de desastres
ya publicados hasta ahora, a buen seguro que no me creeríais.
A la vista del listado de
ingredientes más bien cortito, nos autoengañamos pensando que, con tan poca
cosa y todo mezclado a mogollón, algo tan simple no podía salir mal.
Mira que somos insensatos a veces…
Efectivamente la mezcla de
ingredientes para hacer el invento resultó sencilla. Lo pones todo dentro del
mismo puchero y te pones a amasar hasta que te quede una buena pelota. El tema
empezó con que no había forma de hacer que aquello se hiciese una bola. Yo creo
que ni llamándole a Cristiano Ronaldo habríamos conseguido hacer de aquellos
ingredientes un gol pastelero. Así que, para salir del atolladero cometes el
primer error: apartas la receta y te pones a improvisar. Que si un poco más de mantequilla
por aquí…. Que si un poco más de azúcar por allá…
Al final logras hacer la masa y
poner las galletas en el horno. Eso sí, como aquello ya no se parece en nada a
la receta original, das dos pasos hacia atrás, no vaya a ser que todo salte por
los aires. Peores cosas se han visto por la tele, oiga!
En la receta ponía 12 minutos de
horno a 160 grados. Abrimos la puerta con suma curiosidad, con la esperanza de
que algún milagro divino solucionase aquel desaguisado. Como el color del
invento no nos gustaba, decidimos dejarlo el doble (ala! con un par!!), hasta que estuviesen bien
doraditas.
Todos conocéis las Galletas
María. Comértelas es todo un arte. Si las mojas en la leche medio segundo de más,
se te deshacen por el camino. Solo puedo decir de nuestras galletas que si las dejásemos
sumergidas hasta el día del juicio final, seguirían enteras e incorruptas. Vamos, que estaban tan duras que creo que voy a patentar la fórmula
como sustitutivo del Hormigón. Os juro
que le he pegado un martillazo a una y por poco se me salta un diente. Eso sí,
la muy cochina se ha quedado entera. Tengo que probar a pegarle un tiro, a ver si las balas le rebotan.
Buen día, padrazos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario